miércoles, 6 de mayo de 2020

LA SEGUNDA BATALLA DE RONCESVALLES


La segunda batalla de Roncesvalles librada en el año 824, en ocasiones llamada batalla de Orreaga (usando el nombre de Roncesvalles en euskera para distinguirla de la primera batalla de Roncesvalles, librada en el 778) fue una batalla librada por los vascones al mando de Íñigo el "Aritza" contra los condes Eblo y Aznar, que dirigían el ejército franco formado por mandato del rey Ludovico Pío para recuperar el occidente de la Marca hispánica.

Las fuerzas francas comenzaron la expedición sin dificultad y con apenas resistencia. Entraron en Pamplona y ahorcaron a muchos habitantes como castigo y escarnio, también como aviso para prevenirse de ataques por la retaguardia, como ya le pasó a Roldán en la batalla del 778.

Al dirigirse de vuelta al reino franco por el mismo camino que el ejército que años antes volvía de sitiar Zaragoza, fueron detenidos por un ejército vascón dirigido por Íñigo Ximenez el "Aritza"  que había reunido vascones de todos los buruzagis, incluyendo el apoyo de tropas de los Banu Qasi de Tudela, que eran una famosa facción visigoda que se habían convertido al Islam en la generación anterior.

La batalla se libró en los claros previos al puerto montañoso, donde las fuerzas vasconas sorprendieron a las francas formadas por guardias gascones, que sufrieron una derrota semejante a la recibida 50 años antes.

Los generales francos, condes Eblo y Aznar, recibieron destinos muy distintos. Eblo, fue enviado a Córboba como trofeo y símbolo de la cooperación que los vascones buscaban con ellos. Sin embargo, Aznar fue devuelto a Gascuña debido a su condición de gascón, con los que los vascones consideraban que tenían consanguinidad, y por las buenas relaciones entre Gascuña y Vasconia.
Algunos historiadores, como Vicente José González García, defienden que esta fue la "auténtica batalla de Roncesvalles" dejando la batalla del año 778 como una mera leyenda medieval, aunque esta es una postura minoritaria, siendo ampliamente aceptada esta batalla como verídica y siendo considerada como la causa de la sucesiva formación institucional del Reino de Pamplona.





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