viernes, 22 de mayo de 2020

ARTE VISIGODO

Desde la "legalización" del cristianismo en el imperio romano hasta la institución en la península del primer reino visigodo -rey Gesaleico- en el año 507, las nuevas construcciones y su diseño son similares a las romanas pero con una menor dimensión. Este período se denomina arquitectura paleocristiana y en él se adaptan los diseños romanos a las nuevas creencias cristianas. Se crean las basílicas, hoy, desgraciadamente, desaparecidas en la península.

 La irrupción de los visigodos no supone una ruptura radical con la arquitectura romana. Es lógico, el nivel alcanzado por el antiguo Imperio es muy superior al que ellos mismos poseen. La transformación es más patente con el paso de los años y la evolución social y religiosa.


 Durante la primera época (período arriano, 507-586), en el que el arrianismo es la religión oficial, se empieza a realizar alguna construcción de estética claramente hispano-visigoda.

Ya en el siglo VI (período católico, 586 - 711), con la institución del catolicismo, es cuando se las
nuevas formas de construcción, basadas en las heredadas pero con una nueva estética y funcionalidad, florecen con personalidad propia. No nos queda prácticamente nada de este primer periodo de arquitectura visigoda católica. En Toledo podemos ver alguna columnas decorada con bajorrelieves a bisel, capiteles reutilizados -Mezquita del Cristo de la Luz-, y restos de frisos como en la Iglesia de San Salvador o la de San Bartolomé.

Realmente, es en el S.VII, cuando aparece en la Península una forma de construir que denominamos arquitectura Visigoda, Visigótica o mejor Hispanovisigoda, ya que está circunscrita al ámbito peninsular. Las construcciones que nos han llegado en condiciones aceptables son escasas. El avance musulmán desde el año 711 -batalla del Guadalete- eliminó o modificó gran parte de las iglesias, principalmente en las grandes ciudades visigodas -Toledo, Tarragona, y Córdoba -, quedándonos ejemplos en algunas zonas rurales, aisladas, siendo por lo tanto, construcciones de poca importancia en su época.


Las influencias que conforman esta arquitectura son variadas: romanas, paleocristianas e incluso bizantinas. Todas ellas convivieron en un principio con los reinos visigodos, en algunos casos durante muchos años, como es el caso de la provincia Bizantina de Spania.

 Podemos establecer unas características comunes que identifican esta arquitectura prerrománica. Estas, no siempre están representadas fielmente en todas las construcciones, pero son lo bastante clarificadoras como para identificar una personalidad artística:

·         Empleo de sillares -perfectamente tallados-, colocados a hueso -sin argamasa- y con aparejo de soga y tizón. Se conforman hiladas irregulares, de distinta altura, y en ocasiones, escasas, se emplean ladrillos.

·         Utilización, posiblemente por primera vez, del Arco de Herradura con características específicas:
-          Prolongación de su curvatura 1/3 del radio.
-          La línea del trasdós cae verticalmente sobre la imposta, no es paralelo al intradós.
-          En muchos casos no tiene una dovela clave.
-          El origen de este arco es incierto, posiblemente creación propia de los visigodos.
·         Los capiteles, sobre columnas o pilares, son de "tronco de pirámide invertida -troncopiramidal-" o de orden corintio muy esquemático.
·         Plantas muy compartimentadas, cruciformes circunscritas en un rectángulo o de estilo variado -basilical, de cruz griega, combinaciones- y cabeceras planas.
·         Las cubiertas de madera o de bóveda de cañón -arista, capialzada, vaída-. En los cruceros se utiliza la bóveda de arista o la cúpula.
·         Muros muy gruesos y con estrechas ventanas para soportar las pesadas bóvedas.
·         La decoración escultórica de los capiteles o frisos se basa en la repetición elementos geométricos, florales, animales y, en ocasiones, representaciones humanas. La talla es a bisel. No hay escultura exenta.

GALERÍA

SANTA LUCÍA DEL TRAMPAL. CÁCERES










SANTA COMBA DE BANDE.  BANDE. ORENSE










SAN JUAN DE BAÑOS. BAÑOS DE CERRATO. PALENCIA












SANTA MARÍA . QUINTANILLA DE LAS VIÑAS.  BURGOS











SAN PEDRO DE LA NAVE. EL CAMPILLO. ZAMORA












SANTA MARÍA DE MELQUE. TOLEDO













ORFEBRERÍA VISIGODA

Son de destacar los trabajos hechos en oro y plata por los artesanos orfebres, que crearon coronas, broches, figuras etc. Se hace mediante la utilización del metal y esmaltes para dar color.
Destacan sobremanera los tesoros de Guarrazar y Torredonjimeno.

Tesoro de Guarrazar
El tesoro de Guarrazar es un tesoro de orfebrería visigoda compuesto por coronas y cruces que varios reyes del reino visigodo de Toledo ofrecieron en su día como exvoto. Fue hallado entre los años 1858 y 1861 en el yacimiento arqueológico denominado huerta de Guarrazar, situado en la localidad de Guadamur, muy cerca de Toledo. Actualmente las piezas están repartidas entre el Musée Cluny de París y la Armería del Palacio Real y el Museo Arqueológico Nacional, ambos en Madrid.
Entre todas las piezas halladas, las más valiosas son las coronas votivas de los reyes Recesvinto y Suintila, esta última fue robada en el año 1921 y todavía no recuperada.2​ Ambas de oro, engastadas con zafiros, perlas y otras piedras preciosas pulidas las cuales reciben el nombre de cabujones.3​ Hay también otras coronas más pobres y más pequeñas y cruces votivas. También se hallaron cinturones, hoy desaparecidos.

















Tesoro de Torredonjimeno
El tesoro de Torredonjimeno es un conjunto de orfebrería visigoda compuesto por varias coronas votivas que los reyes visigodos ofrecieron a la Iglesia. Es muy parecido al Tesoro de Guarrazar aunque algo más tosco, posiblemente las coronas estuvieran dedicadas a las santas Justa y Rufina.
Fue encontrado en 1926 en Torredonjimeno, provincia de Jaén, cerca de la actual Ermita de la Virgen de Consolación, en una finca de olivar, a 2 km del núcleo urbano del pueblo y a 4 km de Martos, por un campesino que se encontraba trabajando en el campo. Pensando que las piezas carecían de valor, se las dio a los hijos que se entretenían desmontando las joyas y mezclándolas con barro. Tiempo después apareció un trapero que compró las piezas. Ahí se le pierde el rastro, hasta que vuelve a aparecer en los años 40, fragmentado. El Tesoro se encuentra actualmente repartido entre los Museos Arqueológicos de Madrid, Barcelona y Córdoba.













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