Desde la "legalización" del cristianismo en el
imperio romano hasta la institución en la península del primer reino visigodo
-rey Gesaleico- en el año 507, las
nuevas construcciones y su diseño son similares a las romanas pero con una
menor dimensión. Este período se denomina arquitectura paleocristiana y en él
se adaptan los diseños romanos a las nuevas creencias cristianas. Se crean las basílicas, hoy,
desgraciadamente, desaparecidas en la península.
La irrupción de los visigodos no supone una
ruptura radical con la arquitectura romana. Es lógico, el nivel alcanzado
por el antiguo Imperio es muy superior al que ellos mismos poseen. La
transformación es más patente con el paso de los años y la evolución social y
religiosa.
Durante la primera
época (período arriano, 507-586), en el que el arrianismo es la religión
oficial, se empieza a realizar alguna construcción de estética claramente
hispano-visigoda.
Ya en el siglo VI (período católico, 586 - 711), con la institución del catolicismo, es
cuando se las
nuevas formas de construcción, basadas en las heredadas pero con
una nueva estética y funcionalidad, florecen con personalidad propia. No
nos queda prácticamente nada de este primer periodo de arquitectura visigoda
católica. En Toledo podemos ver alguna
columnas decorada con bajorrelieves a bisel, capiteles reutilizados
-Mezquita del Cristo de la Luz-, y restos de frisos como en la Iglesia de San
Salvador o la de San Bartolomé.
Realmente, es en el
S.VII, cuando aparece en la Península una forma de construir que denominamos
arquitectura Visigoda, Visigótica o mejor Hispanovisigoda, ya que está
circunscrita al ámbito peninsular. Las
construcciones que nos han llegado en condiciones aceptables son escasas.
El avance musulmán desde el año 711 -batalla del Guadalete- eliminó o modificó
gran parte de las iglesias, principalmente en las grandes ciudades visigodas
-Toledo, Tarragona, y Córdoba -, quedándonos ejemplos en algunas zonas rurales,
aisladas, siendo por lo tanto, construcciones de poca importancia en su época.
Podemos establecer
unas características comunes que identifican esta arquitectura prerrománica.
Estas, no siempre están representadas fielmente en todas las construcciones,
pero son lo bastante clarificadoras como para identificar una personalidad
artística:
·
Empleo de
sillares -perfectamente tallados-, colocados a hueso -sin argamasa- y con
aparejo de soga y tizón. Se conforman hiladas irregulares, de distinta altura,
y en ocasiones, escasas, se emplean ladrillos.
·
Utilización, posiblemente por primera vez, del Arco de Herradura con características
específicas:
-
Prolongación de su curvatura 1/3 del radio.
-
La línea del trasdós cae verticalmente sobre la
imposta, no es paralelo al intradós.
-
En muchos casos no tiene una dovela clave.
-
El origen de este arco es incierto, posiblemente
creación propia de los visigodos.
·
Los
capiteles, sobre columnas o pilares, son de "tronco de pirámide invertida -troncopiramidal-" o de orden
corintio muy esquemático.
·
Plantas
muy compartimentadas, cruciformes circunscritas en un rectángulo o de estilo variado -basilical, de cruz
griega, combinaciones- y cabeceras planas.
·
Las cubiertas
de madera o de bóveda de cañón -arista, capialzada, vaída-. En los cruceros se utiliza la bóveda de
arista o la cúpula.
·
Muros muy
gruesos y con estrechas ventanas para soportar las pesadas bóvedas.
·
La decoración escultórica de los capiteles o
frisos se basa en la repetición elementos
geométricos, florales, animales y, en ocasiones, representaciones humanas.
La talla es a bisel. No hay escultura exenta.
GALERÍA
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SANTA
LUCÍA DEL TRAMPAL. CÁCERES
|
SANTA
COMBA DE BANDE. BANDE. ORENSE
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SAN
JUAN DE BAÑOS. BAÑOS DE CERRATO. PALENCIA
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SANTA
MARÍA . QUINTANILLA DE LAS VIÑAS. BURGOS
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SAN
PEDRO DE LA NAVE. EL CAMPILLO. ZAMORA
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SANTA
MARÍA DE MELQUE. TOLEDO
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ORFEBRERÍA VISIGODA
Son de destacar los trabajos
hechos en oro y plata por los artesanos orfebres, que crearon coronas,
broches, figuras etc. Se hace mediante la utilización del metal y esmaltes para
dar color.
Destacan sobremanera los tesoros de Guarrazar y Torredonjimeno.
Tesoro de Guarrazar
El tesoro de Guarrazar es un tesoro de orfebrería visigoda
compuesto por coronas y cruces que
varios reyes del reino visigodo de Toledo ofrecieron en su día como exvoto. Fue
hallado entre los años 1858 y 1861 en el yacimiento arqueológico denominado
huerta de Guarrazar, situado en la localidad de Guadamur, muy cerca de Toledo. Actualmente
las piezas están repartidas entre el Musée Cluny de París y la Armería del
Palacio Real y el Museo Arqueológico Nacional, ambos en Madrid.
Entre todas las piezas halladas, las más valiosas son las
coronas votivas de los reyes Recesvinto y Suintila, esta última fue robada en
el año 1921 y todavía no recuperada.2 Ambas de oro, engastadas con zafiros,
perlas y otras piedras preciosas pulidas las cuales reciben el nombre de
cabujones.3 Hay también otras coronas más pobres y más pequeñas y cruces
votivas. También se hallaron cinturones, hoy desaparecidos.
Tesoro de
Torredonjimeno
El tesoro de Torredonjimeno es un conjunto de orfebrería
visigoda compuesto por varias coronas
votivas que los reyes visigodos ofrecieron a la Iglesia. Es muy parecido al
Tesoro de Guarrazar aunque algo más tosco, posiblemente las coronas estuvieran
dedicadas a las santas Justa y Rufina.
Fue encontrado en 1926 en Torredonjimeno, provincia de Jaén,
cerca de la actual Ermita de la Virgen de Consolación, en una finca de olivar,
a 2 km del núcleo urbano del pueblo y a 4 km de Martos, por un campesino que se
encontraba trabajando en el campo. Pensando que las piezas carecían de valor, se
las dio a los hijos que se entretenían desmontando las joyas y mezclándolas con
barro. Tiempo después apareció un trapero que compró las piezas. Ahí se le
pierde el rastro, hasta que vuelve a aparecer en los años 40, fragmentado. El
Tesoro se encuentra actualmente repartido entre los Museos Arqueológicos de
Madrid, Barcelona y Córdoba.
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