jueves, 11 de junio de 2020

NEOLÍTICO

El Neolítico es un periodo de tiempo que se extiende en líneas generales desde el año 7000 hasta el 2000 antes de Cristo, aunque esta cronología varía mucho dependiendo de las zonas. Su inicio se ha hecho coincidir con el momento en que el hombre prehistórico comienza a abandonar su antigua forma de vida nómada y cazadora para asentarse en torno a un modo de subsistencia sedentario centrado en la agricultura y la ganadería.

La progresiva mejora del clima unido a la retirada de los hielos glaciares le obliga a adoptar nuevas formas de supervivencia que dejarán también su huella en las manifestaciones artísticas. Las tribus ven aumentado el número de individuos y ello desemboca en una jerarquización de la sociedad, así como en la aparición de conceptos como la propiedad o el comercio. La espiritualidad también se hace más compleja y el progreso técnico experimenta un notable desarrollo, fruto de las necesidades del nuevo modo de vida.



A toda esta serie de cambios fundamentales para la evolución del hombre se les conoce como la Revolución Neolítica y sus resultados pueden constatarse en lugares tan distantes como Europa, el norte de África, Rusia o Próximo Oriente. Desde luego cada zona tiene sus particularidades y sus propios límites cronológicos, pero los rasgos generales son coincidentes en casi todas ellas.

La cerámica cobra una gran importancia durante el Neolítico ya que los grupos sedentarios necesitan de mayor cantidad de recipientes para almacenar los alimentos y el agua. Aunque no presentan formas excesivamente complejas, son vasijas muy funcionales, con decoración geométrica a base de líneas, triángulos o círculos, que adoptan variadas tipologías y cuya técnica deriva de la cestería. Se realizan a mano, ya que el torno sólo se empezaría a utilizar en la época de los metales, y se dejan secar sin cocerlas en el horno.

Uno de los ejemplos más representativos y bellos tiene su origen en España, con la cerámica perteneciente a la llamada Cultura del Vaso Campaniforme, que llegará a extenderse por el resto de Europa. También es muy representativa de este periodo la conocida como cerámica cardial, por estar decorada con dibujos realizados mediante la concha de un molusco llamado cardium edule, el berberecho. Las incisiones, a menudo combinadas, buscaban efectos simétricos.




Junto a la cerámica, en las sociedades sedentarias comienzan a destacar otras actividades hasta entonces desconocidas como la elaboración de tejidos y el pulimento de la piedra. Ésta última, haciendo uso de piedras más duras, permite la fabricación de herramientas mejores y más eficaces, como hachas y utensilios agrarios, y es de hecho este fenómeno el que da nombre al periodo neolítico (etimológicamente significa "piedra nueva").

La aparición de la agricultura hizo que la vinculación a la tierra se hiciese más fuerte y comenzaran a desarrollarse aspectos relacionados con la fertilidad, los ciclos vegetales o los fenómenos celestes.

Hay una gran producción de estatuillas y relieves asociados a dicho culto. Generalmente son figuras con formas femeninas, algunas embarazadas o con atributos como aves o serpientes y decoradas con zig-zags y líneas onduladas que se cree tenían la finalidad de propiciar las buenas cosechas.




Al trabajo en piedra se une ya el modelado en arcilla. Además, derivado de la necesidad de conocer más exactamente la naturaleza para sacar más rendimiento al nuevo modo de vida basado en la tierra, surge un interés por la naturaleza que da lugar a un incipiente desarrollo de la ciencia. Los calendarios y las mediciones astronómicas son el resultado, y de hecho, algunas de las construcciones de aquellos tiempos que han llegado hasta nosotros se han interpretado como observatorios y lugares para realizar mediciones celestes.

El final del Neolítico vendría marcado por un nuevo avance tecnológico: el descubrimiento de las propiedades químicas de los metales y su utilización para crear herramientas. Llegaría así la edad de Bronce, y con ella, el paso que llevaría a nuestros antepasados a dejar la Prehistoria para adentrarse en la Historia.

Pero si tenemos que destacar una manifestación característica del periodo neolítico, esta es sin duda el fenómeno del megalitismo, construcciones realizadas con piedras de gran tamaño que se cree tenían una finalidad funeraria (el término procede de las palabras griegas mega grande y lithos, piedra. Son las primeras construcciones del hombre prehistórico que han llegado hasta nosotros gracias a que se protegían con capas de tierra y piedras formando túmulos.


Se pueden distinguir varios tipos de monumentos: los menhires o enormes piedras clavadas verticalmente, los dólmenes que son estructuras formadas por varios mehires rematados por otras grandes losas horizontales o los cromlech, círculos formados por varias de los elementos anteriores cuyo ejemplo más representativo es Stonehenge. Sin embargo existen otras formas como alineamientos, taulas, navetas, etc.









Los sepulcros megalíticos solían tener una cámara sepulcral en la que se depositaban los restos humanos (generalmente inhumaciones individuales sucesivas). Podían presentar galerías o corredores y se hacía uso de la mampostería para levantar falsas cúpulas. Además existían tumbas en forma de cistas e incluso cuevas artificiales.

La pintura se caracteriza por su esquematismo y por su marcado carácter simbólico. A diferencia de lo que sucedía con el arte parietal paleolítico, el de esta etapa ya no suele representarse en el fondo de oscuras cavernas sino más cerca de la entrada de las cuevas o incluso fuera de ellas, al aire libre, como parte de la decoración de estructuras arquitectónicas o de esculturas.




Los colores usados siguen siendo los mismos, sin embargo ahora la figura humana está más presente que antes, siempre representada de una manera muy esquemática y generalmente formando escenas que pueden ser de caza, domésticas, etc. y que en ocasiones incluyen símbolos solares, estrellas o elementos de la naturaleza, así como otros asociados al poder o a la fecundidad. Las representaciones de animales sufren también un proceso de abstracción aunque, como siempre, la evolución no es la misma en todas las áreas.

Hay que señalar también que la pintura del Neolítico es monocromática (a diferencia del Paleolítico que utilizaba varios colores).

La zona del Levante es la que reúne los mejores ejemplos de pintura neolítica, aunque se pueden encontrar más de 750 yacimientos repartidos por Cataluña, Valencia, Aragón, Castilla-La Mancha y Andalucía.




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