La batalla de Noáin (el 30 de junio de 1521) fue la única gran batalla campal que tuvo lugar durante la conquista de Navarra por parte de Castilla y Aragón. En ella se enfrentaron las tropas del ejército navarro que tenían el apoyo del francés, que habían reconquistado Navarra, al ejército castellano.
Aquellas fueron derrotadas, acabando con ello las posibilidades de que los Albret recuperasen el territorio navarro de la parte sur de los Pirineos, dejándoles Carlos I en 1528, por motivos estratégicos (difícil de defender), la soberanía de la Baja Navarra.Antecedentes
Tras la conquista de Navarra por Fernando el Católico en 1512, en 1515 se habían producido tres intentos de recuperar el reino por parte de sus reyes. En 1521, era la tercera ocasión, reinando Enrique II de Navarra "el Sangüesino", que intentó aprovechar la sublevación de los comuneros contra Carlos I, pensando que el poderoso ejército castellano no podría reaccionar.
Para ello envió un ejército que entró por el norte, al mando del general André de Foix (Señor de Lesparrou), con 12.000 peones, 800 lanzas y 29 piezas de artillería. Además se produjo un levantamiento de la población de varias ciudades, como Pamplona, Estella, Tafalla y Tudela, logrando expulsar a los castellanos de toda Navarra.
Una vez reconquistada Navarra, André de Foix con el grueso de las tropas se dirigió hacia Logroño, ya fuera del reino, sitiándolo. Mientras tanto, Castilla se reorganizó con tres cuerpos de ejército. El 11 de junio se inició la retirada hasta llegar el 30 de junio a la explanada de Salinas de Pamplona, donde se produjo la batalla.
Desarrollo de la batalla
La batalla ocurrió en Salinas de Pamplona, en una amplia llanura junto a Noáin y Pamplona. Las tropas castellanas estaban formadas por más de 30.000 hombres al mando de don Iñigo Fernández de Velasco, Conde de Haro, Condestable de Castilla, Duque de Frías, Corregente de Castilla, y de don Antonio Manrique de Lara, Duque de Nájera y Virrey de Navarra.
Las tropas del ejército castellano fueron reclutadas de la siguiente forma: unos 7.000 hombres del Condestable de Castilla; unos 5.000 de los territorios de Vizcaya, Álava y Guipúzcoa, en este último caso tras la reducción de los vecinos sublevados por parte de Ignacio de Loyola; unos 4.000 aportados por el conde de Lerín; entre 1.000-1.200 soldados de cada una de varias ciudades, como Segovia, Valladolid, Palencia, Burgos, Salamanca y Toro; 800 por Medina del Campo y 500 de Ávila, y en menor medida de otras ciudades. Además de las tropas aportadas por los miembros de la nobleza, sus deudos y allegados. En muchos casos, el reclutamiento fue realizado entre los vencidos de la Guerra de las Comunidades.
Las tropas franco-navarras, que eran muy inferiores en número (se habla de entre 8.000 y 10.000 hombres), estaban capitaneadas por el francés André de Foix, Señor de Lesparrou. Cometió varios errores, como el de no esperar a los refuerzos que podían llegar, unos 6.000 hombres de Pamplona y alrededores, y otros 2.000 de Tafalla. Tomó la iniciativa atacando entrada la tarde (las versiones oscilan entre las 14 y 17:30 horas), sorprendiendo a los castellanos e infligiéndoles inicialmente un severo castigo. Al comienzo dominaron los navarro-gascones, barriendo con su artillería los prados en que se encontraban los castellanos, pero el Almirante de Castilla y duque de Enríquez con su caballería dominó el combate, atravesando con celeridad la sierra de Erreniega y cayendo sobre el flanco y la retaguardia franco-navarra. Y la infantería castellana lo decidió en el resto del campo de batalla.
La batalla fue muy larga y sangrienta. Los navarros hubieron de rendirse, tras sufrir más de 5.000 bajas y ser hecho prisionero el propio André de Foix, señor de Lesparrou, tras luchar con bizarría (según las crónicas), quien fue herido en la frente por un mazazo, que le dejó ciego, y rindió su espada a don Francés de Beaumont (líder navarro beaumontés que ayudó a los castellanos). Más tarde fue liberado por el Emperador tras pagar un rescate.
Entre los que lograron huir, tras la derrota, se hallan Martín de Javier (hermano de Francisco Javier), Arnault de Agramont, el obispo Cousserans, Fadrique de Navarra y el doctor Remiro de Goñi. Esta batalla decidió la posesión definitiva de Castilla sobre el reino de Navarra, pues los castellanos, con vascos oñacinos, se apoderaron rápidamente de todas las plazas, sin apenas encontrar resistencia.
Algunos de los supervivientes navarros se reorganizaron en la Baja Navarra en un ejército más modesto, y tomaron el valle Baztán-Bidasoa, el Castillo de Maya y la ciudad de Fuenterrabía, donde se produjeron las dos últimas resistencias militares en la conquista de la Alta Navarra.
Monumento
En un cerro sobre esta llanura se encuentra un monumento en recuerdo de esta batalla, realizado por Joxe Ulibarrena en 1996. En este lugar, los partidarios de recobrar la soberanía de Navarra se reúnen todos los años en el último domingo de junio.
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